Presentación

Este es el blog de Carlos y Alicia, en donde os mostraremos las salidas a la montaña que realicemos solos o con nuestros compañeros y amigos.

lunes, 25 de agosto de 2014

Vallon de l'Imberguet


Texto:Alicia

Día 6, después de pasar la noche en el pueblo de Saint-Jean-la-Rivière cogemos la carretera en dirección hacia Niza. Al poco de pasar un túnel, veremos a nuestra derecha un pequeño aparcamiento en donde dejamos el primer coche. Con el segundo volvemos hacia atrás hasta el cruce por donde el día anterior subimos a Duranus, pero antes de llegar a esta población encontramos el pequeño pueblo de L'Imberguet, dejando el segundo coche aparcado en una orilla, muy cerca del panel informativo del barranco.

                           

Nos cambiamos y comenzamos la cómoda aproximación, 5 minutos cuesta abajo, hasta llegar al cauce del río. La primera parte del barranco transcurre por fuera del agua, en plan ferrata, encontrando las cascadas equipadas con pasamanos y peldaños, pues esta prohibido entrar a las pozas por vivir en ellas cangrejos de río, pudiendo ver varios ejemplares durante la progresión por esta zona.


El barranco más adelante va ganando poco a poco en atractivo y progresivamente se va cerrando, formando bonitos pasillos de altas paredes, sintiéndonos minúsculos entre ellas.


El cañón lo pillamos con poca agua, y es que acusa mucho el estiaje, pero aún así pudimos realizar algún salto, disfrutando mucho con la  buena temperatura que nos acompañó en el descenso.


En la parte final del barranco encontramos el rápel más largo del descenso (21 metros) que nos dejó en una antigua presa. Vemos un canal tallado en la roca que aporta algo de agua muy fría al descenso, volviendo el agua de color blanquecino.


Aquí encontramos un posible escape a mano izquierda, pero decidimos continuar con el descenso. Realizamos los últimos rápeles dando vista al río Vésubie y a la carretera.


Llegamos al final del descenso (2 horas 30 minutos) tomando un sendero a mano izquierda que nos llevó a cruzar el río por un puente, para en apenas 5 minutos llegar al lugar en donde habíamos dejado el primer coche.


Subimos a buscar la otra furgo al pueblo, en donde tuvimos un acalorado intercambio de palabras (solo entendíamos las malsonantes) con un lugareño por aparcar en la puerta de su casa mientras cambiábamos las mochilas, y es que el poco espacio para aparcar en estos pueblos debe estar muy cotizado. Afortunadamente todo quedó en una desagradable anécdota, que puso un mal final a un bonito descenso.

                

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